domingo, 2 de diciembre de 2012

Las cifras de una importante labor evangelizadora. Entrevista al Rvdo. Padre don Francisco Román Castro, Secretario General y Canciller de la Archidiócesis de Sevilla

Foto: Carlota García
Viernes, 30 de noviembre de 2012

Recientemente se ha celebrado la jornada de la Iglesia Diocesana, en la que se pide a los católicos que tomen conciencia de su pertenencia a la Iglesia desde el ámbito más cercano, el diocesano.

Francisco Román Castro, secretario general y canciller de la Archidiócesis de Sevilla, revela en esta entrevista algunas cifras de la fotografía actual de una Iglesia que está viva y que responde a las necesidades del hombre de hoy.

¿Qué es un canciller, que labor desempeña usted en la Archidiócesis?
El de canciller es un oficio con  una larguísima tradición no solo en el ámbito eclesiástico sino en el ámbitos secular que originalmente  su función principal era el que custodiaba los sellos, a través de los cuales se autentificaban los distintos documentos, de tal manera que el canciller del Rey era el que tenía el sello real y podía autentificarlo. Eso hace que hoy en el código en el canon de 482 establezca que la principal función del canciller sea  autentificación de las actas, de otros documentos  con efectos jurídicos y la autenticación de los mismo, consiguiente con esto todo lo relacionado con archivo, la custodia de estos documentos y demás.

Don Francisco, preséntenos la diócesis. ¿Cuántas parroquias tenemos y con cuántos sacerdotes contamos para atenderlas?
En la actualidad tenemos 260 parroquias, aunque sigue siendo un proyecto constante en la medida de nuestras posibilidades y de las necesidades pastorales construir nuevas parroquias. Por otro lado, contamos con 406 sacerdotes diocesanos, 62 diáconos permanentes y 51 sacerdotes extra diocesanos. Incluyamos también a otros sacerdotes presentes en nuestra diócesis, como por ejemplo los de la Prelatura del Opus Dei.

¿Cuál es la media de edad de nuestros sacerdotes?
El 52 por ciento de los sacerdotes son mayores de 75 años. Eso en el ámbito civil es la una cifra alarmante, en la iglesia no tanto. De hecho, en otras diócesis la media es bastante mayor. En nuestro caso, la edad media es de 59 años, inferior como digo al de otra diócesis. En ello  tiene una repercusión directa que desde 1997 se han ordenado 145 sacerdotes, un número proporcionalmente importante que ha hecho que disminuya la edad media.

¿Cómo valora usted el trabajo de los sacerdotes de la diócesis?
Creo que de alguna manera indudablemente el motor de la Iglesia es el  Espíritu Santo, que permite que la iglesia pueda presentar  esta historia de 2000 años a través  de tantas y tantas personas a través del anuncio explícito de la palabra y la misericordia. No obstante teniendo en cuenta que el motor es el Espíritu Santo, podemos decir que se encarna en un modo especial en el sacerdocio. Gracias a sus tareas hacen que se  dinamicen las comunidades eclesiales, se llenen de ilusión, se crean nuevos proyectos… Tener grandes sacerdotes, lo que significa sacerdotes santos, es tener una gran iglesia lo que significa una  iglesia santa.

Por otro lado, ¿qué aporta la vida religiosa a la vida diocesana?
Los datos son especialmente llamativos: tenemos 252 sacerdotes religiosos y miembros de sociedades de vida apostólica que están integrados en 225 comunidades. Estos, a su vez, pertenecen a 26 congregaciones  masculinas, 65 femeninas y  5 sociedades de vida apostólica. Tienen también su papel ocho institutos seculares. Pero quizás, el número más llamativo sea el de 1914 religiosas profesas. Otro aspecto que quisiera destacar es que los religiosos están fundamentalmente en dos ámbitos, la enseñanza y la caridad. Y teniendo en cuenta la importancia que tiene en la vida de la iglesia la transmisión de la fe a través de la educación y la caridad, nos hacemos una idea de la importancia de la vida religiosa en nuestra diócesis.

Usted es además capellán de uno de los 38 monasterio de  clausura de nuestra diócesis. Conoce muy bien la importancia de la vida contemplativa, este es uno de nuestros tesoros espirituales ¿Usted lo cree así?
Yo soy capellán de del monasterio de las Agustinas, situado en la Plaza de la Virgen de los Reyes, y verdaderamente  ha sido una bendición. Si antes decía de los sacerdotes que son el motor de la las distintas comunidades eclesiales, de la vida de los conventos de clausuras podríamos decir que son de alguna manera el alma de la Iglesia. Son algo esencial porque nos recuerda otra verdad esencial, en vano se cansan los constructores si el Señor no construye la casa.
Para mi ese contacto con la vida monástica es un recordatorio permanente a no caer en la tentación de acudir siempre a lo urgente difiriendo lo importante. El corazón es esencial en la vida de la Iglesia y en ese carácter esencial los monasterios de la vida de clausura son esenciales para la vida de la Iglesia.

El arzobispo manifestó en una reciente conferencia que estaba orgulloso del comportamiento de la Iglesia ante la crisis. En esa línea, desde Caritas Diocesanas se ha puesto de manifiesto que día a día se les presenta el rostro más humano y desgarrador  de la pobreza. ¿Podemos cuantificar exactamente esta acción caritativa y social de la Archidiócesis?
No resulta fácil un cómputo exacto y actualizado, porque no funciona por un sistema estrictamente piramidal, sino por una especie de sistema en red. Pero sí tenemos algunas cifras bien elocuentes: contamos con dos centros hospitalarios, 40 residencias de ancianos de enfermos crónicos y discapacitados, 16 orfanatos y centros de tutelas de la infancia, cinco centros de orientación familiar (COF), seis comedores sociales, tres centros de rehabilitación de drogadicción. Y dentro de esta acción caritativa y social habría que tener en cuenta las 74 guarderías, 74 colegios de Primaria o los 31 centros de estudios medios. Además, no lo olvidemos, están nuestras 250 Cáritas parroquiales y diocesana.

¿Percibe un reconocimiento a esta labor desde las administraciones?
Yo no me centraría ahora en la administración sino en un reconocimiento general social.  La Iglesia Católica es la única institución en España que se examina anualmente, lo hace a través de la declaración de la renta, la famosa “x” en el IRPF.  En concreto, en la diócesis de Sevilla el año pasado, en relación con el anterior, hubo un incremento de un 2,42 por ciento, lo que significa que hay un 44,18 por ciento de las personas que hacen la declaración de la renta que ponen la “x” en la casilla de la Iglesia Católica. Esto es importante.

¿Ha aumentado o disminuido la práctica sacramental con respecto a años anteriores?
En la conferencia del arzobispo a la que aludía antes, don Juan José subrayaba que ahora mismo en España se bautizan el 80 por ciento de los españoles, hacen la Primera Comunión el sesenta, se confirman el 20 por ciento y, de estos, solo el seis o siete por ciento continúa acudiendo a la Eucaristía dominical. Son cifras que presentan esa realidad de la Iglesia. No obstante, en los últimos 40 años ha habido una progresiva disminución de la asistencia dominical, y hoy el promedio estaría en torno al 25 por ciento. Sacramentalmente, los datos son muy similares desde 2005 a 2011, salvo en las confirmaciones, que han aumentado de 3.500 a 5.000; y en el sacramento del matrimonio donde ha habido un claro descenso, de 8.447 en 2005 a 3.800 en 2011.
Esta es la tónica general. ¿Causas?, pues muchas pero yo quería poner algo sobre el tapete    una legislación que de manera sistemática ha tratado de quitar valor a la significación del matrimonio como núcleo esencial  de toda la organización social y la familia por tanto, eso tiene su consecuencia, hoy el matrimonio a la luz de estos datos  podría decirse que se valora menos, y vuelvo a decir, si, el matrimonio canónico  pero también el matrimonio en general  y eso debería ser motivo de preocupación. 

Por último, cuando hablamos de economía diocesana tenemos que poner el objetivo en una partida imagino que muy importante: la conservación y restauración de su enorme patrimonio artístico y cultural.
Efectivamente, es uno de los capítulos más importantes y para los que necesariamente la iglesia diocesana tiene que pedir ayuda. Contamos con un riquísimo patrimonio que no entiende de crisis. Es decir, cuando una iglesia empieza a tener problemas y corre el riesgo de derrumbe necesariamente hay que atenderlo. No puede decirse sin más que no tenemos dinero.  Por eso, este año hemos hecho un esfuerzo enorme para poder invertir en torno a dos millones de euros que nos han permitido evitar en algún caso peligros gravísimos. Hablo de Santa María la Blanca, de la Parroquia de Fuentes de Andalucía, San Miguel en Morón, Santo Domingo de Silos de Osuna, y esperemos que muy pronto las cosas se vean encauzadas para Santa Catalina. Lo cierto y evidente es que, hoy día, la implicación de las administraciones en este capítulo no es la misma que hace unos años, y prácticamente contamos con las ayudas de los fieles. 

Fuente: www.archisevilla.org

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