Foto: Carlota García |
Viernes,
30 de noviembre de 2012
Recientemente
se ha celebrado la jornada de la Iglesia Diocesana, en la que se pide a los
católicos que tomen conciencia de su pertenencia a la Iglesia desde el ámbito
más cercano, el diocesano.
Francisco
Román Castro, secretario general y canciller de la Archidiócesis de Sevilla,
revela en esta entrevista algunas cifras de la fotografía actual de una Iglesia
que está viva y que responde a las necesidades del hombre de hoy.
¿Qué es un canciller, que labor desempeña usted en la
Archidiócesis?
El
de canciller es un oficio con una larguísima tradición no solo en el
ámbito eclesiástico sino en el ámbitos secular que originalmente su
función principal era el que custodiaba los sellos, a través de los cuales se
autentificaban los distintos documentos, de tal manera que el canciller del Rey
era el que tenía el sello real y podía autentificarlo. Eso hace que hoy en el
código en el canon de 482 establezca que la principal función del canciller
sea autentificación de las actas, de otros documentos con efectos
jurídicos y la autenticación de los mismo, consiguiente con esto todo lo
relacionado con archivo, la custodia de estos documentos y demás.
Don Francisco, preséntenos la diócesis. ¿Cuántas parroquias
tenemos y con cuántos sacerdotes contamos para atenderlas?
En
la actualidad tenemos 260 parroquias, aunque sigue siendo un proyecto constante
en la medida de nuestras posibilidades y de las necesidades pastorales
construir nuevas parroquias. Por otro lado, contamos con 406 sacerdotes
diocesanos, 62 diáconos permanentes y 51 sacerdotes extra diocesanos.
Incluyamos también a otros sacerdotes presentes en nuestra diócesis, como por
ejemplo los de la Prelatura del Opus Dei.
¿Cuál es la media de edad de nuestros sacerdotes?
El
52 por ciento de los sacerdotes son mayores de 75 años. Eso en el ámbito civil
es la una cifra alarmante, en la iglesia no tanto. De hecho, en otras diócesis
la media es bastante mayor. En nuestro caso, la edad media es de 59 años,
inferior como digo al de otra diócesis. En ello tiene una repercusión
directa que desde 1997 se han ordenado 145 sacerdotes, un número
proporcionalmente importante que ha hecho que disminuya la edad media.
¿Cómo valora usted el trabajo de los sacerdotes de la
diócesis?
Creo
que de alguna manera indudablemente el motor de la Iglesia es el Espíritu
Santo, que permite que la iglesia pueda presentar esta historia de 2000
años a través de tantas y tantas personas a través del anuncio explícito
de la palabra y la misericordia. No obstante teniendo en cuenta que el motor es
el Espíritu Santo, podemos decir que se encarna en un modo especial en el
sacerdocio. Gracias a sus tareas hacen que se dinamicen las comunidades eclesiales,
se llenen de ilusión, se crean nuevos proyectos… Tener grandes sacerdotes, lo
que significa sacerdotes santos, es tener una gran iglesia lo que significa
una iglesia santa.
Por otro lado, ¿qué aporta la vida religiosa a la vida
diocesana?
Los
datos son especialmente llamativos: tenemos 252 sacerdotes religiosos y
miembros de sociedades de vida apostólica que están integrados en 225
comunidades. Estos, a su vez, pertenecen a 26 congregaciones masculinas,
65 femeninas y 5 sociedades de vida apostólica. Tienen también su papel
ocho institutos seculares. Pero quizás, el número más llamativo sea el de 1914
religiosas profesas. Otro aspecto que quisiera destacar es que los religiosos
están fundamentalmente en dos ámbitos, la enseñanza y la caridad. Y teniendo en
cuenta la importancia que tiene en la vida de la iglesia la transmisión de la
fe a través de la educación y la caridad, nos hacemos una idea de la
importancia de la vida religiosa en nuestra diócesis.
Usted es además capellán de uno de los 38 monasterio
de clausura de nuestra diócesis. Conoce muy bien la importancia de la
vida contemplativa, este es uno de nuestros tesoros espirituales ¿Usted lo cree
así?
Yo
soy capellán de del monasterio de las Agustinas, situado en la Plaza de la
Virgen de los Reyes, y verdaderamente ha sido una bendición. Si antes
decía de los sacerdotes que son el motor de la las distintas comunidades
eclesiales, de la vida de los conventos de clausuras podríamos decir que son de
alguna manera el alma de la Iglesia. Son algo esencial porque nos recuerda otra
verdad esencial, en vano se cansan los constructores si el Señor no construye
la casa.
Para
mi ese contacto con la vida monástica es un recordatorio permanente a no caer
en la tentación de acudir siempre a lo urgente difiriendo lo importante. El
corazón es esencial en la vida de la Iglesia y en ese carácter esencial los
monasterios de la vida de clausura son esenciales para la vida de la Iglesia.
El arzobispo manifestó en una reciente conferencia que
estaba orgulloso del comportamiento de la Iglesia ante la crisis. En esa línea,
desde Caritas Diocesanas se ha puesto de manifiesto que día a día se les
presenta el rostro más humano y desgarrador de la pobreza. ¿Podemos
cuantificar exactamente esta acción caritativa y social de la Archidiócesis?
No
resulta fácil un cómputo exacto y actualizado, porque no funciona por un
sistema estrictamente piramidal, sino por una especie de sistema en red. Pero
sí tenemos algunas cifras bien elocuentes: contamos con dos centros hospitalarios,
40 residencias de ancianos de enfermos crónicos y discapacitados, 16 orfanatos
y centros de tutelas de la infancia, cinco centros de orientación familiar
(COF), seis comedores sociales, tres centros de rehabilitación de drogadicción.
Y dentro de esta acción caritativa y social habría que tener en cuenta las 74
guarderías, 74 colegios de Primaria o los 31 centros de estudios medios.
Además, no lo olvidemos, están nuestras 250 Cáritas parroquiales y diocesana.
¿Percibe un reconocimiento a esta labor desde las
administraciones?
Yo
no me centraría ahora en la administración sino en un reconocimiento general
social. La Iglesia Católica es la única institución en España que se
examina anualmente, lo hace a través de la declaración de la renta, la famosa
“x” en el IRPF. En concreto, en la diócesis de Sevilla el año pasado, en
relación con el anterior, hubo un incremento de un 2,42 por ciento, lo que
significa que hay un 44,18 por ciento de las personas que hacen la declaración
de la renta que ponen la “x” en la casilla de la Iglesia Católica. Esto es
importante.
¿Ha aumentado o disminuido la práctica sacramental con
respecto a años anteriores?
En
la conferencia del arzobispo a la que aludía antes, don Juan José subrayaba que
ahora mismo en España se bautizan el 80 por ciento de los españoles, hacen la
Primera Comunión el sesenta, se confirman el 20 por ciento y, de estos, solo el
seis o siete por ciento continúa acudiendo a la Eucaristía dominical. Son
cifras que presentan esa realidad de la Iglesia. No obstante, en los últimos 40
años ha habido una progresiva disminución de la asistencia dominical, y hoy el
promedio estaría en torno al 25 por ciento. Sacramentalmente, los datos son muy
similares desde 2005 a 2011, salvo en las confirmaciones, que han aumentado de
3.500 a 5.000; y en el sacramento del matrimonio donde ha habido un claro
descenso, de 8.447 en 2005 a 3.800 en 2011.
Esta
es la tónica general. ¿Causas?, pues muchas pero yo quería poner algo sobre el
tapete una legislación que de manera sistemática ha tratado
de quitar valor a la significación del matrimonio como núcleo esencial de
toda la organización social y la familia por tanto, eso tiene su consecuencia,
hoy el matrimonio a la luz de estos datos podría decirse que se valora
menos, y vuelvo a decir, si, el matrimonio canónico pero también el
matrimonio en general y eso debería ser motivo de preocupación.
Por último, cuando hablamos de economía diocesana tenemos
que poner el objetivo en una partida imagino que muy importante: la conservación
y restauración de su enorme patrimonio artístico y cultural.
Efectivamente,
es uno de los capítulos más importantes y para los que necesariamente la
iglesia diocesana tiene que pedir ayuda. Contamos con un riquísimo patrimonio
que no entiende de crisis. Es decir, cuando una iglesia empieza a tener
problemas y corre el riesgo de derrumbe necesariamente hay que atenderlo. No
puede decirse sin más que no tenemos dinero. Por eso, este año hemos
hecho un esfuerzo enorme para poder invertir en torno a dos millones de euros
que nos han permitido evitar en algún caso peligros gravísimos. Hablo de Santa
María la Blanca, de la Parroquia de Fuentes de Andalucía, San Miguel en Morón,
Santo Domingo de Silos de Osuna, y esperemos que muy pronto las cosas se vean
encauzadas para Santa Catalina. Lo cierto y evidente es que, hoy día, la
implicación de las administraciones en este capítulo no es la misma que hace
unos años, y prácticamente contamos con las ayudas de los fieles.
Fuente:
www.archisevilla.org
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