Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos en este domingo el Día de la Iglesia Diocesana. Ocurre a veces que cuando tratamos de explicar el servicio que presta la Iglesia a la sociedad, mucho de nosotros, y también los medios de comunicación, nos quedamos en los aspectos externos, especialmente en la ayuda de las instituciones eclesiales a los pobres, los marginados y los que sufren. Y qué duda cabe de que la diaconía de la caridad es uno de los tres flancos decisivos en la vida de la Iglesia, junto con el anuncio y la celebración de la fe. Si la Iglesia olvidara el servicio a los pobres no sería la Iglesia de Jesús.
Pero la Iglesia es mucho más. Es el sacramento de Jesucristo, la prolongación de Cristo en el tiempo y el ámbito natural de nuestro encuentro con Dios. La Iglesia es Cristo mismo que sigue predicando y enseñando, acogiendo a todos, perdonando los pecados, sanando y santificando. Es, como escribiera san Ireneo de Lyon en los finales del siglo II, la escalera de nuestra ascensión hacia Dios. Es el puente que salva la lejanía y la distancia entre el Cristo celestial, único mediador y salvador, y la humanidad peregrina. Siguiendo a san Cipriano de Cartago, es la madre que nos ha engendrado y que nos permite tener a Dios por Padre.
Al sentirla como madre, la sentimos también como nuestra familia, como el hogar cálido que nos acoge y acompaña, la mesa familiar en la que restauramos las fuerzas desgastadas y el manantial de agua purísima que nos purifica y nos renueva. Ella custodia la memoria viva de Jesucristo, nos sirve la Palabra de Dios y nos brinda los dones de la salvación, la vida divina, el pan de la Eucaristía y la mediación sacramental de los sacerdotes, a través de los cuales nos llega la gracia santificante. Ella propicia nuestra formación cristiana, nos enseña a orar, nos permite vivir y celebrar nuestra fe y nos impulsa al testimonio y al apostolado.
Lo que la Iglesia es para toda la humanidad, eso mismo es proporcionalmente la Iglesia diocesana. Por ello, invito a nuestros fieles a vivir nuestra pertenencia a la Archidiócesis con alegría y con inmensa gratitud al Señor. Gracias a ella podemos vivir nuestra vida cristiana alentados, acompañados y arropados por una auténtica comunidad de hermanos. Pero hemos de vivir también nuestra pertenencia a la Iglesia con responsabilidad, de manera que lo que la Iglesia es para nosotros, lo sea también a través nuestro, es decir: puente, escalera, hogar fraterno, familia, mesa y manantial y, sobre todo, anuncio ilusionado y entusiasta de Jesucristo a nuestros hermanos con obras y palabras.
Con ocasión de esta jornada, la Archidiócesis de Sevilla quiere renovar su compromiso de servicio a los fieles y a la sociedad sevillana. Para ello, cuenta con los obispos, la catedral y 261 parroquias servidas por cerca de 600 sacerdotes y 57 diáconos. Cuenta también con 37 conventos de monjas contemplativas, con cerca de 400 religiosos y más de 1500 religiosas de vida activa que colaboran en el apostolado, la evangelización y el servicio a los pobres. Tiene, además, cerca de 5000 catequistas, más de 1500 profesores de Religión, numerosos grupos apostólicos, movimientos, hermandades y cofradías, además de los Seminarios diocesanos, la Curia, las Vicarías y Delegaciones, Cáritas y otras muchas obras sociales, docentes y caritativas.
Todas estas instituciones y personas constituyen la estructura necesaria para llevar a cabo la misión salvadora de la Iglesia. Mantener esta estructura exige medios económicos cuantiosos. Lo saben bien los fieles que forman parte del Consejo de Economía de la Archidiócesis o de los consejos parroquiales de asuntos económicos. Por ello, otra de las finalidades de esta jornada es solicitar la ayuda económica generosa de los fieles.
Una forma de ayudar a la Iglesia es a través de la declaración de la renta, cada año, asignando el 0,7 % de nuestros impuestos a favor de la Iglesia. Otras formas son las donaciones directas, en forma de cuotas, suscripciones, donativos, legados o testamentos, y siendo generosos en la colecta de este domingo, que tiene como destino la Archidiócesis.
Pido a los sacerdotes y religiosos con cura de almas que en esta jornada procuren explicar con sencillez a los fieles la naturaleza de la Iglesia particular, la misión del obispo y de los sacerdotes, la importantísima misión que cumplen los Seminarios, y el servicio salvífico y sobrenatural que la Diócesis presta a los fieles. Les ruego además que hagan con esmero la colecta.
Que la Santísima Virgen de los Reyes, patrona de la Archidiócesis, nos ayude a fortalecer nuestra conciencia de familia, a amar con gratitud filial a nuestra Iglesia diocesana, a crecer en colaboración con ella y a valorar y sentir como algo muy nuestro todo lo diocesano.
Con mi gratitud anticipada, para todos mi abrazo fraterno, con mi oración y bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla