|
Fuente: www.archisevilla.org |
Queridos
hermanos y hermanas:
La
celebración el próximo domingo 12 de mayo de la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre las
grandes transformaciones que en el mundo de la comunicación y en las relaciones
humanas, especialmente entre los jóvenes, están produciendo las nuevas
tecnologías.
Vivimos en
la era digital, en la que cabe admirar el potencial extraordinario que albergan
estos nuevos medios, cuando se usan para favorecer la comprensión y la
solidaridad humana. Son entonces un verdadero don para la humanidad.
La telefonía
móvil, los ordenadores, internet y las llamadas redes sociales han potenciado
la intercomunicación entre todos los lugares de la tierra, cosa impensable hace
sólo unos años. Los jóvenes utilizan estos medios para entrar en contacto con
otros jóvenes, para encontrar nuevas amistades, para crear comunidades y redes,
para buscar información y noticias y para compartir ideas y opiniones. Las
familias se comunican fácilmente, aunque sus miembros estén muy lejos unos de
otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a
documentos, fuentes y descubrimientos científicos, y pueden así trabajar en
equipo desde diversos lugares. Todo ello contribuye indudablemente al progreso
de la humanidad.
El
desarrollo y la popularidad que estos medios han alcanzado responde al instinto
sociable del ser humano, al anhelo de comunicación y amistad que está inscrito
en nuestra propia naturaleza, reflejo del amor comunicativo y unificador de
Dios, que quiere hacer del mundo una sola familia. En realidad, cuando nos
abrimos a los demás, nos hacemos más plenamente humanos. Pero no basta
favorecer el desarrollo de la comunicación entre las personas. Es preciso cuidar
además la calidad de los contenidos que ponemos en circulación. En éste, como
en otros campos, no vale todo. Es, pues, necesario que la ética dignifique y
modere los avances en este sector tan importante de la vida social. Por ello,
cuantos trabajan en el mundo de la comunicación han de respetar la verdad y la
dignidad de la persona; han de promover además la cultura del diálogo y la
amistad, evitando compartir palabras e imágenes degradantes para el ser
humano, excluyendo aquello que alimenta el odio y la intolerancia o lo que
explota a los débiles e indefensos.
Las nuevas
tecnologías han abierto caminos para el diálogo entre personas de diversos
países, culturas y religiones, permitiendo encontrarse y conocer los valores y
tradiciones de otros. Las nuevas formas de comunicación están favoreciendo
también la amistad entre las personas y los pueblos. A través de la amistad, un
auténtico valor que embellece nuestra vida, crecemos y nos desarrollamos como
seres humanos. Por ello, hemos de procurar no banalizar estas experiencias. La
adquisición de nuevas amistades a través de internet no puede ir en menoscabo
de nuestra disponibilidad para la familia, nuestros amigos y las personas
que entretejen nuestra vida. Eso sucede cuando el ordenador se convierte en un
ídolo y el deseo de entrar en contacto con otros degenera en algo obsesivo.
Entonces la persona se aísla, se alteran los ritmos del descanso y se carece de
tiempo para la familia, el silencio y la reflexión, necesarios para un
desarrollo sano y equilibrado de la persona. Sería deseable también que la
ética regulara la participación en las redes sociales y en los llamados blogs,
en los que el anonimato y la impunidad pueden producir daños irreparables a las
personas, para lo que sería necesario algún tipo de regulación legal.
En el
mensaje que Benedicto XVI escribió para esta Jornada antes de su renuncia,
titulado «Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la
evangelización», invita el Papa a los jóvenes católicos, y también a los
adultos, a compartir con otras personas, a través de las redes sociales, el
Mensaje de Jesús y los valores de la dignidad humana que promueven sus
enseñanzas. En este sentido afirma el Santo Padre que los creyentes
tenemos que tener cada vez más claro que “si la Buena Noticia no se da a
conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la
experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es
importante”.
Efectivamente,
el medio digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma
parte de la realidad cotidiana de muchos, y en este mundo hay que anunciar
también a Jesucristo como camino, verdad y vida del mundo, fuente de
sentido y de esperanza para todos, pero muy especialmente para los jóvenes.
Nuevas tecnologías de la comunicación y redes sociales no son realidades ajenas
a la Nueva Evangelización, sino complementarias, pues la Iglesia tiene que
ofrecer al mundo el mejor tesoro que posee por todos los medios a su
alcance.
Al tiempo
que saludo con respeto y afecto a los profesionales de los Medios de
comunicación social, a los que agradezco el servicio que prestan a la Iglesia
haciendo de altavoces de nuestra noticias, a todos os envío mi saludo
fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla