El Grupo Joven de la Hermandad del Santo Entierro de Arahal, ha vivido un hito histórico al participar activamente en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en la capital de España en este mes de Agosto.
Hemos sido dieciséis jóvenes de la Hermandad (cuatro de ellos miembros de la Junta de Gobierno) los que hemos compartido con cientos de miles de jóvenes -muchos de ellos cofrades como nosotros- estos días inolvidables e importantes para nuestra fe.
Desde que Su Santidad el Papa designara Madrid como sede de la JMJ 2011, fue deseo del grupo organizarnos de la mejor manera posible para no perdernos este encuentro, salvando dificultades sobre todo del tipo económico.
Evidentemente, el éxito de nuestra peregrinación hay que enmarcarlo en el esfuerzo que se ha realizado, sobre todo desde el pasado mes de noviembre, en donde se fue dando cuerpo al viaje.
Hemos ido madurando tanto en los preparativos materiales, como en los espirituales, que son los más importantes. Tuvimos el envío en la celebración de la Función a San Roque, Titular de la Hermandad, el pasado día 16, pos nuestro director espiritual y párroco Don Álvaro Román, concelebrada por su vicario parroquial Don José Antonio Rivera, quién nos acompañó en todo momento durante la JMJ, junto con miembros del Grupo Joven de la Hermandad de la Esperanza y Jesús Nazareno. Juntos como representantes no solo de las hermandades de Arahal, sino de nuestra Parroquia de Santa María Magdalena, en unión eclesial fraterna junto al Vicario de Cristo en la Tierra, Benedicto XVI.
Realizamos las inscripciones correspondientes, junto con la Archidiócesis de Sevilla y recogimos las mochilas -muy completas- en Ifema la mañana del jueves 18. Por la tarde acudimos con entusiasmo a recibir al Papa a la plaza de Cibeles, donde nos dimos el primer baño de multitudes con miles de jóvenes de infinidad de países que ubicábamos en el mapa gracias a sus banderas.
Con una pancarta por estandarte, quisimos manifestar nuestra presencia entre tan grande multitud, al mismo tiempo que aprovechamos para repartir durante el viaje a jóvenes peregrinos de los cinco continentes y amigos sacerdotes, numerosas estampas de la Santísima Virgen de los Dolores con la oración preparatoria para las JMJ que rezamos los días previos en el Triduo a San Roque.
Nunca olvidaremos en toda nuestra vida ese primer encuentro con Su Santidad, emocionante y atentos siempre a su mensaje, claro y de compromiso cristiano, que concluyó con el canto por parte de todos los jóvenes de la Salve, en el lenguaje más universal de la Iglesia.
El viernes por la mañana, acudimos al Rosario de la Aurora de Nuestra Señora de Regla, en su traslado a la plaza de Cibeles para la celebración del Viacrucis. Con posterioridad, nos dirigimos a la Iglesia del Santísimo Sacramento, junto al parque del Retiro, para la catequesis y posterior Eucaristía de nuestro Arzobispo, Don Juan José, concelebrada por multitud de sacerdotes diocesanos, amigos nuestros y de la Hermandad. Nos hicimos una fotografía con nuestro pastor, muy entrañable. También pudimos felicitar a Don Adrián Ríos, Delegado Diocesano de Pastoral Juvenil y responsable de la peregrinación de la Archidiócesis. La Eucaristía fue multitudinaria, y la presencia de las hermandades muy numerosa, coincidiendo con grupos de Triana, la Cena, la Macarena o la Trinidad, entre otros.
Durante esa mañana aun tuvimos tiempo de ver con detenimiento los diferentes pasos procesionales magníficamente ubicados en el paseo de Recoletos, donde lo primero que hicimos como grupo fue cantar la popular Salve Madre a la Santísima Virgen de Regla, preciosa en su paso. Fue algo único contemplar un palio sevillano en plena plaza de Cibeles, y compartir con tanta gente nuestra Semana Santa.
Por la tarde, durante el rezo de la estaciones del piadoso Víacrucis, meditamos todos en silencio la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, con un texto de gran belleza y sencillez redactado por las Hermanas de la Cruz que tan vinculadas están a nuestra Hermandad a través de su fundadora Santa Ángela de la Cruz. Hubo lágrimas y en más de una mente nos trasladábamos al Víacrucis que cada año realizamos por las calles del barrio de San Roque con el Santísimo Cristo Yacente.
Ya bien entrada la noche, acompañamos en su recorrido de vuelta a la Santísima Virgen de Regla, bajo atronados aplausos y vivas; así como otros pasos de distintos puntos de España, en una representación maravillosa de la Semana Santa española, con variedad de estilos pero una misma y arraigada devoción, muestra de la religiosidad popular centenaria de nuestros pueblos y ciudades.
El sábado continuamos nuestra marcha como peregrinos hasta el parque del Retiro, donde confesamos después de hacer el examen de conciencia que nos repartieron los voluntarios con generosidad y atención continuas.
Fue increíble ver las colas frente a los más de doscientos confesionarios instalados para la ocasión. Jóvenes recibiendo el Sacramento de la Penitencia en varios idiomas: castellano, inglés, francés, italiano, portugués, polaco,…
Después pudimos saludar a nuestro gran amigo Don Francisco Román, Secretario Canciller de la Archidiócesis y muy cercano a nuestra Hermandad. Celebramos la Eucaristía bajo la sombra de uno de los árboles del parque, sentados en el césped y acompañados por dos monjas dominicas del Convento de Bormujos, amigas de Don Pablo Sánchez, quien nos dirigió unas palabras en la homilía de la misa presidida por Don José Antonio. Ante tantas multitudes, tuvimos esta misa íntima, muy para nosotros, con cantos improvisados y peticiones espontáneas que salían de nuestros corazones, rodeados de la naturaleza, obra suprema de Dios.
Por la tarde comenzó la parte más dura de la JMJ y a la vez la más gratificante de todas. Acudimos hasta la lejana base aérea de Cuatrovientos, bajo un calor tremendo. Tuvimos que ocupar un espacio alejado del que estábamos acreditados por el desbordamiento humano que quería compartir con el Papa la Vigilia. Nos instalamos con nuestras mochilas y sacos de dormir frente a una pantalla y allí estuvimos hasta que finalizó la Eucaristía solemne del domingo, clausura de las Jornadas.
Fue muy emocionante la consagración al Santísimo de los jóvenes, por parte de Su Santidad, y la posterior bendición con su Divina Majestad, ante dos millones de fieles arrodillados en silencio. Ni las tormentas, el viento o la lluvia nos desanimaron. Incluso rezamos el Santo Rosario con diferentes y actuales intenciones en cada misterio, así como plegarias por nuestras hermandades, familias y sacerdotes.
Al alba nos preparábamos para la Eucaristía presidida por nuestro querido Benedicto y con la asistencia de Sus Majestades los Reyes de España. Escuchamos atentos las palabras del Papa, profundizando en nuestra fe y en el sentido eclesial, marcando las pautas de la madurez cristiana, con una formación seria y continuada, que nos acerca más y mejor al amor de Dios y a la Iglesia de la que formamos parte activa.
Recibimos emocionados la bendición del Vicario de Cristo, y la trasladamos a nuestras familias, amigos y, por supuesto, a la Hermandad.
Regresamos de Madrid no sólo entusiasmados por lo vivido, sino por todo lo que nos queda ahora por hacer, en nuestra Parroquia, en San Roque, en nuestros hogares, en nuestras vidas.
Hemos sentido vivamente la fuerza del Espíritu Santo, el amor de Dios Padre y el de Cristo, nuestro Señor. Él nos hace valientes y firmes en la fe.
Nuestro amor a la Iglesia y al papa crece con estas Jornadas, y ya nada ni nadie nos separará del amor de Dios…