Del 24 de noviembre al 02 de diciembre
19:00 a 21:00 horas (domingos de 12:00 a 14:00 horas)
Sala Capitular. Iglesia de San Roque
El 26
de abril de 1987 comenzaba una aventura juvenil que se ha mantenido vivo hasta
el presente, un cuarto de siglo testigo de una etapa de renovación, cambios y
de una mejor concienciación del significado de ser cristiano, cofrade y
ciudadanos. No hay nada más efímero que la juventud pero nada más perdurable
que la fe, de lo que se trata es de responder al tiempo que se nos ha dado.
Aquí,
al final del pasillo del antiguo convento franciscano de San Roque, ruta transitada
por tantos jóvenes pingüinos, encontramos respuestas: documentos, carteles, pancartas, fotografías, enseres… signos y
símbolos que son testimonios de vida, inquietudes de personas en búsqueda, al
abrigo de la Hermandad, de la Iglesia y en permanente diálogo con el hombre de
hoy, de ayer, de mañana.
Cada
objeto expuesto es fruto de esfuerzos, encuentros, reuniones, proyectos, hay
mucha alma detrás; es difícil recoger toda la ilusión y entusiasmo expresados por tantos jóvenes del Santo
Entierro a lo largo de estos 25 años. Se han sucedido varias generaciones y
cada una ha ido dejando su huella, todos han ido sumando a cada paso dado. La pancarta del Grupo que acompañó a los jóvenes
de Arahal en la pasada Jornada Mundial de la Juventud simboliza los valores que
han cimentado su trayectoria: sentido cofrade, de Iglesia y sociedad.
En la Hermandad
damos los primeros pasos, en la Iglesia crecemos y maduramos en la fe y en el mundo
trabajamos para hacer presente el reino de Dios, de justicia y esperanza. Pero
no estamos solos en este caminar, en Jesús y María encontramos el aliento, la verdad
y el fundamento de nuestra existencia.
Por
todo ello, al volver la mirada atrás, queremos dedicar esta exposición retrospectiva
a todos los jóvenes y hermanos que han aportado su grano de arena en la construcción
del Grupo Joven, a los jóvenes cofrades de las hermandades de Arahal, a nuestras
familias, a todos los sacerdotes y hermanos mayores que hemos conocido, a nuestras
Parroquias y sus grupos. Especialmente lo dedicamos a los que ya no están con
nosotros y siguen vivos en la memoria, a esos hermanos, familiares, amigos, que
nos iluminaron en algún momento de esta pequeña historia juvenil, y ahora lo siguen
haciendo para que Jesús de la Entrada en Jerusalén, Cristo Yacente y la Virgen
de los Dolores intercedan por toda la humanidad.
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