En este mes de mayo que hoy iniciamos en el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María, el Papa Francisco ha invitado al mundo a sumarse a la tradición de rezar desde casa, con la familia, renovando el amor de todos los bautizados hacia la Santísima Virgen.
Las restricciones de la pandemia nos han ‘obligado’ a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual. Por ello desde las redes sociales de la Hermandad, cada día del mes de mayo, al comienzo de la mañana, ofreceremos un obsequio espiritual a María acompañado de una oración para encomendarnos a nuestra Madre por el fin de la pandemia. Que en este nuevo Mayo dejemos que María, nos muestre a Jesús y nos lleve a Él para que podamos ir a los otros, a los que esperan esa misericordia, ternura, cariño y amor.
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien mereciste llevar en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega por nosotros a Dios, aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia. Implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege al personal sanitario, a los voluntarios que en estos días combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas así como a los que con su dedicación y esfuerzo permiten que todo siga adelante. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo. Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus. Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.
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