Todavía conmocionado por las
imágenes vividas en primera persona al cruzar la frontera de Ceuta, con las
huellas muy evidentes de la muerte de varios emigrantes que trataban de cruzar
hacia nuestro país buscando el sueño dorado. Nada más arribar a las costas
gaditanas nos tropezamos con la dura realidad del desempleo, en la provincia
con la mayor tasa de España, una crisis que no parece tener fin y que se está
cebando con las capas más frágiles de nuestra sociedad. Estamos abocados a
instalarnos en un estado de insensibilización, nos acostumbramos a los hechos adoptando
una cierta frialdad y distancia hacia la persona, sumidos en la evidente
manipulación de los medios de comunicación. "No puede ser que no sea
noticia que muere de frío un anciano en la calle y que sí lo sea una caída de
dos puntos en la Bolsa", nos dice el Papa Francisco en su exhortación
Envagelii gaudium.
La curación del ciego. El Greco |
La respuesta desde la fe,
desde un humanismo de encarnación sólo puede provenir de la solidaridad,
entendida en primer lugar que todos se sientan responsables de todos. Continúa
el Papa "no se puede tolerar más que se tire comida, cuando hay gente
que pasa hambre, eso es inequidad (...) hoy tenemos que decir no a una economía
de la exclusión" por ello nos exhorta "a la solidaridad
desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética del ser
humano". El gran riesgo del mundo actual, son sus múltiples facetas de
variados consumismos, es una tristeza individualista que brota de la búsqueda
enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada, como lo
manifiestan numerosos pensadores contemporáneos, creyentes o no.
Nuestros estilos de vida,
nuestra forma de consumir, nuestra propia falta de ética repercute en los
demás, en una economía interdependiente cualquier acontecimiento de un grupo
humano influye en el resto del globo. El 70% de la comida que tiramos en España
proviene de los hogares domésticos y los excedentes de comida serían
suficientes para alimentar a la población mundial. El añorado Juan Pablo II lo
describe en la Solicitudo rei socialis: "cuando la interdependencia es
reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social -y
como virtud- es la solidaridad que no es un sentimiento superficial por los
males de tantas personas cercanas o lejanas, al contrario, es la determinación
firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, para que todo
seamos verdaderamente responsables de todos". La respuesta cristiana,
que nace de la gratuidad, tiene su fundamento en la caridad, que no es
exactamente igual al amor, sino su ápice, es decir, consiste en entregarse al
otro. ¿De dónde lo aprendemos? de Jesús, crucificado por el hombre que nos
revela a Dios, que es amor, que nos impulsa al encuentro del otro.
En las numerosas acciones caritativas
que desde nuestra Hermandad llevamos a cabo en los diversos frentes, debemos
reflexionar sobre si realmente vamos al encuentro del otro de forma
perseverante y cercana, o adoptamos muchas veces un cierto distanciamiento y tratamos de
justificarnos. Si hacemos una comida con la gente de AIMA, el medio es la
merienda pero el fin es conocer la asociación, conversar con sus miembros, tratar
de apoyar su causa. Si vamos al Asilo es para reconocer al anciano, conocer su
historia, dejarnos guiar por su memoria, no sólo dar el regalo. Si hacemos un
acto a beneficio de Manos Unidas vamos al encuentro de otras culturas, de
conocer el proyecto, de saber sus beneficiarios, de comprometernos con la
Iglesia misionera.
El Papa nos los dice con
claridad: "nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones en
programas de atención o asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un
desborde activista sino ante todo una atención puesta en el otro considerándolo
uno consigo. Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación
por su persona, a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien. Esto
implica valorar al pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su
cultura, con su modo de vivir la fe. Sin la opción preferencial por los pobres,
el anuncio del Evangelio, aún siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser
incomprendido o ahogarse en el mar de las palabras al que la actual sociedad de
la comunicación nos somete cada día".
Que nuestros sagrados
Titulares nos ayuden a saber discernir en nuestras acciones sociales y ser más
perseverantes en la atención al otro.
Francisco Jiménez Maldonado
Publicado en el Boletín de la Hermandad. Marzo 2014
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