Por
dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima
Virgen: el Viernes de Dolores, en la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de
septiembre.
La
primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en
Colonia y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se
extendió por toda la Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se
mantuvo la referencia original de la Misa y del oficio de la Crucifixión del
Señor.
En
la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen
Madre, y por la misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en
honor a sus cinco dolores durante la Pasión. Más adelante, las penas de la
Virgen María aumentaron a siete, y no sólo comprendieron su marcha hacia el
Calvario, sino su vida entera.
A
los frailes servitas, que desde su fundación tuvieron particular devoción por
los sufrimientos de María, se les autorizó para que celebraran una festividad
en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de setiembre de todos los
años.
Foto: Francisco J. Granado |
ORACIÓN
Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y
fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención
del mundo.
Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía
que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en
Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.
María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz
las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu
Madre".
¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como
Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde
vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad
Santísima.
Amén
Fuente: www.aciprensa.com
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