Testimonios
a pie de calle, durante la Jornada de Nueva Evangelización.
¿Qué
tiene que ver la nueva evangelización conmigo?
Benedicto XVI quiere que todos los
fieles participen en la gran misión de nueva evangelización que ha convocado
para el Año de la fe. El sábado, en la Jornada Joven de Nueva Evangelización,
dos mesas redondas sirvieron para que varias personas ofrecieran testimonio de
cómo evangelizan en su entorno cotidiano y en sus responsabilidades eclesiales
2012: Año de la Fe |
En la
familia
Juan Ramón y Patricia
llevan 13 años casados, pertenecen al Camino Neocatecumental y son padres de 9
hijos, todos menores. ¿Cómo se les evangeliza? «Para eso -dice él- no hay
libros. Mi experiencia es que, con la paternidad, se recibe una gracia, que te
hace discernir en cada momento lo que tienes que hacer».
Hay que ser siempre
conscientes de que se educa con la propia vida, y que las palabras, sin hechos,
se las lleva el viento.
«Los niños saben si sus
padres se perdonan o no, si lo primero para ellos es Dios o el dinero...» Por
eso, como padres de familia numerosa, Juan Ramón y Patricia han entendido que
su primera misión es cuidar su matrimonio. Ése es el pilar de la familia, y el
espejo en el que se miran sus hijos.
Ir a misa juntos los
sábados por la tarde, con la comunidad; rezar los Laudes del domingo; la
oración antes de acostarse, o la bendición de la mesa, son momentos de gran
importancia para la vida familiar, subrayan. A Juan Ramón y Patricia les
funciona también introducir historias bíblicas para que los chicos aprendan a
ver sus vidas reflejadas en ellas. «Pero sin ser pesados -matiza él-. Somos una
familia perfectamente normal». Se trata simplemente de «no perder ocasión de
hablar a los niños de Dios, respetando, claro está, después su libertad».
Otro capítulo esencial
de la educación cristiana de los niños es animarles a ser coherentes con su fe.
En el colegio, un colegio estatal en un pequeño pueblo, «nuestra presencia
llama la atención», reconoce Patricia. Y no sólo por el tamaño de la familia.
«Pedimos a nuestros hijos que den testimonio en cosas como mostrar respeto a
los profesores». O en que, cuando «un chico le pega a un hijo mío, no devuelva
la bofetada». A veces cuesta. «A mí, como madre, me sale a veces otra
respuesta...» Por eso es tan importante poner las experiencias que a uno le
suceden a lo largo del día en oración, individual y familiar. Ratos de oración,
por cierto, en los que no siempre es fácil mantener el orden con los
pequeños... ¿Solución? Creatividad cristiana: «Terminamos dándonos la paz».
Cuando se pone la vida en manos de Dios, los conflictos se convierten en una
ocasión de bien.
En la
parroquia
¿Cuál es el método de Jesús? «Lo
primero que Él hace es formar un grupo, antes de anunciar nada», subraya José
María, un párroco que habló sobre su experiencia pastoral con los jóvenes. «Ése
debe ser nuestro método. La amistad no es una excusa o un medio para evangelizar.
Es un fin en sí mismo», añade este joven sacerdote.
Miguel Ángel, también
joven sacerdote, recuerda la pregunta de Jesús a Pedro, después de que éste le
hubiera traicionado: ¿Me amas?
«Ahí está la clave de todo. Si el evangelizador, a pesar de todas sus
debilidades humanas, está enamorado de Jesucristo, es difícil que no pase algo
en su parroquia». La cuestión, por tanto, es: «¿Hay veracidad en nosotros?»
Hoy, un peligro grande,
según Miguel Ángel, «es el efectivismo»,
pretender llevar a cabo grandes iniciativas que den muchos resultados. «Esto
genera una tensión enorme en los sacerdotes. Por eso deberíamos replantearnos
muchas cosas. Si organizamos un encuentro, y resulta que no viene nadie, pues
no pasa nada: sembremos, y ya vendrán los frutos». Una cosa, sin embargo, sí
que es insoslayable: «La conversión del propio evangelizador».
En la
universidad
Mercedes Sánchez es una
laica consagrada, de las Cruzadas de Santa María, y profesora de Medicina
Familiar en la Universidad Autónoma de Madrid, un entorno -afirma- no
especialmente sencillo para la evangelización. Junto a un grupo de profesores,
sin embargo, Mercedes organiza distintas iniciativas con los alumnos,
encuentros nacionales en los que el catedrático y el alumno rezan y comen
juntos...
¿Pero cómo llegar a los
que nunca se acercan por la capilla? Siendo maestros. En otras palabras: hay
que «hacer lo contrario de lo que se nos pide hoy con el Plan Bolonia, donde se
valora que el profesor se encierre en su despacho a investigar, en lugar de dedicarse
a fondo a la docencia».
La universidad puede ser
un entorno favorable para la evangelización, pero sólo desde el tú a tú, «con
las puertas del despacho abiertas». Las ocasiones de dar testimonio surgen. Por
su experiencia, Mercedes sabe que hay ciertos debates en clase especialmente
indicados, o actividades, como las visitas a un centro de enfermos terminales,
que inevitablemente suscitan preguntas en los alumnos.
En el
mundo del trabajo
Gabriel González,
militante de Acción Católica, de 28 años, era un profesor que vivía felizmente
su fe en una escuela católica concertada, pero sentía que su vocación le
demandaba una mayor exigencia: dar testimonio en la escuela pública. Ése fue el
gran motivo de que se preparara las oposiciones, y «no tanto por las ventajas
de ser funcionario», asegura.
En su nuevo colegio, al
que van niños de un poblado chabolista, se encontró con una comunidad docente
muy joven y motivada: «Es gente muy buena, llena de muy buenas intenciones, a
pesar de no tener fe, dispuesta a ofrecer lo mejor de sí misma». Pero «pasa el
tiempo, llegan las rencillas, los egoísmos y los problemas...»
¿Cómo evangeliza en un
entorno así un cristiano? «Lo primero es el trabajo bien hecho», cree Gabriel.
«Hay que poner amor en lo que uno hace, como dice mi mujer». Y «ser buen
compañero, que se preocupa por el bien común, no sólo por el individual; ser
persona que crea comunión, un medio de paz; rehuir las críticas y las
habladurías». Y muy importante: «saber escuchar». Hace unos días, una compañera
con la que no había tenido especial trato, se le acercó para confiarle un
problema. Porque él sabe escuchar, le confesó: «No me siento juzgada contigo».
No es necesario «ir
pregonando por los pasillos la condición de cristiano»; poco a poco, surgen
ocasiones de hablar de la propia fe, cuando uno ha ido «cimentando relaciones
basadas en el amor». Así es como se construye la confianza con el otro.
Después, cuando los demás tienen algún problema, uno se ha convertido en
referente al que acudir. Por ser «alguien de quien te puedes fiar».
Cuando Gabriel entró en
su nuevo colegio, le sorprendió que, en una comunidad de profesores jóvenes,
buenos y muy motivados, la pregunta acerca de la búsqueda de la verdad no se
planteara en voz alta. Ahora, eso empieza a cambiar.
En la
cultura
«La cultura no depende
de unas élites sociales, la cultura somos todos, la cultura somos nosotros,
está en nosotros y debemos ser formadores de cultura, porque «todo lo que hace
el ser humano expresa una cultura». Y a partir de esta premisa, el Delegado
episcopal de Cultura de Madrid, don José Miguel García Pérez, alentó a
«construir el tejido cultural desde la fe».
Se genera cultura en el
tú a tú, en las conversaciones. Y también en grandes iniciativas, exposiciones
o conferencias, que muestran la capacidad del cristianismo para abrazar la
realidad en su totalidad, y hacer la existencia humana más plena, en todas sus
dimensiones.
De ello, se ofrecieron
numerosos ejemplos en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, uno de cuyos
rasgos distintivos fue un amplio y cuidado programa cultural, con 360 actos. Su
responsable, Carla Diez de Rivera, explicó que lo decisivo para el equipo que
puso en marcha todas esas iniciativas fue la clara conciencia de que «todos
debían tener la posibilidad de encontrarse con el Señor durante la JMJ. Era su
derecho». Y en el equipo de Actos Culturales, «todos estábamos mentalizados con
esta misión, éramos misioneros de la JMJ, misioneros que pertenecíamos a una
familia, a una familia unida, que reza unida, que quiere cumplir la voluntad de
Cristo». Esas experiencias serán muy tenidas en cuentas por la Misión Madrid, uno de cuyos
objetivos es continuar la obra cultural de la JMJ, para reforzar la fe de los
cristianos, y para salir al encuentro de los no creyentes y alejados.
En
Medios de comunicación y en las redes sociales
«Cambia el medio, pero
la misión sigue siendo la misma: Id
por todo el mundo y proclamad la buena noticia. Sandra Madrid,
periodista de la Delegación de Medios del Arzobispado, y de la Cadena Cope, invitó a tener en
cuenta el gran potencial de estos medios, y a perderles el miedo. También a
Internet y a las redes sociales. «Es necesario que todos los sacerdotes que
están aquí se abran una cuenta en Twitter
y en Facebook.
Tenemos que evangelizar en todas los ámbitos de la sociedad, y hoy, la gente
está en la Red», dijo. «No tengamos miedo a los nuevos medios de comunicación.
Si Jesucristo fue un gran comunicador, su Iglesia no puede ser menos».
La
exclusión social
En este
Año de la fe, como resaltó don
Javier Prades, durante la ponencia central de la Jornada del sábado, el Papa
advierte de que «la fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin la fe sería
un sentimiento constantemente a merced de la duda». A la hora de plantear
nuestra acción caritativa, es muy importante profundizar en las propias
motivaciones y en nuestra identidad. «Es imprescindible que se perciba unidas
la caridad y la fe, y que se vean en acción», añadió el Rector. Por cierto, «en
un momento de crisis, cuando tanta gente está buscando el rostro de la Iglesia
a través de Cáritas y tantas otras iniciativas de la Iglesia, tenemos una gran
oportunidad» de salir al encuentro de los demás.
En una mesa redonda
celebrada horas más tarde, el Delegado episcopal de Cáritas ofrecía ejemplos
concretos de la fecundidad de fe y caridad cuando van de la mano. La
evangelización tiene que llegar a todos los rincones, a todos los lugares, a
todas las personas, y especialmente a los pobres, incluidas aquellas personas
«que buscan la felicidad en otras cosas que no son Dios, como las drogas, el
alcohol, el dinero», y terminan destrozándose la vida, afirmó don Pablo
González. La evangelización pasa por ser conscientes de que «todos los hombres
están hechos a imagen y semejanza de Dios». Y añadió: «Los pobres tienen
necesidad de que les queramos y les ayudemos, como nos enseñó Jesucristo».
Al referirse al caso
concreto de las personas sin techo, Tiscar Espigares Pinilla, responsable de la
comunidad de San Egidio en Madrid, subrayó que el propio Jesús «evangelizaba a
pie de calle», donde «buscaba un encuentro personal con cada uno». Y tenemos
también «el ejemplo de los apóstoles, que, en Pentecostés, salen por las calles
de la gran Jerusalén a evangelizar. Nosotros podemos hacer lo mismo por las
calles de Madrid». De modo particular, con el testimonio de la caridad: la
crisis es tiempo propicio para «mostrar el rostro de Jesús».
J.C./R.B. [Alfa y Omega nº 786]
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