Foto: Archivo Hermandad |
En el movimiento 15M, en una compañía de teatro alternativo, en las aulas universitarias, en conciertos de pop-rock, en los bares que frecuentamos, en asociaciones ciudadanas, es posible encontrar jóvenes y no tan jóvenes católicos conviviendo y compartiendo su existencia con otros amigos y compañeros agnósticos, descreídos o escépticos. Incluso muchos de ellos hostiles a la Iglesia o participando de ambientes de claro rechazo o indiferencia, es la realidad de nuestra sociedad que no podemos obviar. Sin embargo en muchos de ellos anida el deseo de búsqueda de la verdad, como afirma el Papa “en lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre…Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo...” Pero ¿cómo vivir nuestra fe en circunstancias poco propicias?
El Padre Alcorio, de la Universidad San Dámaso, afirma que la fe y la comunidad son importantes, no vale cualquier grupo, cualquier movimiento, depende de cada carisma y disposición, el grupo tiene que ayudar a llevar la fe a la propia vida. El cristiano que va por libre acaba sucumbiendo y agobiado. Pero ¿cómo hablarle a alguien de Cristo si no conozco lo que rodea a esa persona? “no podemos separarnos del amor de Dios, pero al mismo tiempo, no hacemos nada cerrándonos en banda al mundo”. Santa Teresita de Lisieux no se encontraba en ninguno de los carismas de la iglesia de su tiempo, pero se mantenía en el amor y la caridad, que superaba a todos los demás.
En la Misión de Marruecos es frecuente encontrar voluntarios no católicos entre ellos numerosos españoles agnósticos o no practicantes- colaborando en nuestros centros sociales y culturales, aportando valores muy auténticos de un humanismo profundo al servicio de la promoción de las personas. Es aquí donde podemos encontrarnos y trabajar de forma conjunta con nuestros amigos y compañeros que no comparten la fe, pero que tienen claro los valores de justicia y servicio al ser humano. Más ahora, cuando la crisis ha puesto de manifiesto la quiebra de las cuentas y también del estado de derecho. En la denuncia a la impunidad con la que operan las élites económicas, uno de las grandes desafíos la sociedad española, ahí debemos estar todos. “Una sociedad no sólo preocupada de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, las espirituales y religiosas, porque todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz íntegra y fecundamente por su bien” (Benedicto XVI). Y es que una de las dificultades en la militancia cristiana consiste en luchar contra la dualidad de vida, este cristianismo a la carta tan extendido en el seno de nuestras comunidades. La fe abarca la totalidad de la persona y se manifiesta en cada momento de nuestra existencia, en la familia, en los estudios, el fútbol, los bares, los conciertos. Por eso el asociacionismo cristiano, especialmente de nuestros jóvenes, se vuelve fundamental para profundizar y crecer en la vivencia y conocimiento de Jesucristo.
La maravillosa experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud sin duda ha significado un aldabonazo, haciendo surgir nuevas iniciativas en el seno del Grupo Joven y colectivos de hermanos. Sin duda están marcando un horizonte que deseamos oriente los futuros pasos del Santo Entierro. A pesar de las dudas e intermitencias pero agarrados al mástil de nuestra Hermandad, podemos decir como San Pablo que, en medio de tantas tribulaciones, naufragios y soledades, proclamaba exultante: “Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios”
Francisco Jiménez Maldonado
Publicado en el Boletín de la Hermandad
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