Del 23 al 28 de julio de 2013 la gigantesca estatua del Cristo Redentor sobre el Corcovado acogerá en su abrazo simbólico a los jóvenes de todo el mundo para la próxima edición internacional de la JMJ. Poco antes de que bajase el telón sobre las jornadas madrileñas, el Papa anunció que la sede elegida es Río de Janeiro y que el acontecimiento se tendrá con un año de anticipación respecto al calendario normal de las JMJ, porque en 2014 en Brasil se celebrarán los campeonatos mundiales de fútbol «y, por tanto, el tiempo apremia», comenta en caliente el arzobispo Orani João Tempesta.
Además, -dice sobre el palco de Cuatro Vientos donde Benedicto XVI acaba de celebrar la misa conclusiva de la XXVI JMJ- «queremos demostrar que Río no es sólo deporte y carnaval. Nuestra Jornada deberá ser una oportunidad para esos jóvenes, que están afligidos por problemas como la indigencia, la violencia y la droga».
Pero la anticipación de un año sobre el calendario ha sido necesaria también por el hecho de que la ciudad maravillosa, como la llaman allá, acogerá otros dos acontecimientos de relieve mundial, desplazando de hecho en el inminente futuro el centro de la atención de los medios de comunicación hacia el «planeta» Brasil: en 2016 será sede de los juegos olímpicos y antes aún, en junio de 2012, de la próxima Conferencia de la ONU sobre el desarrollo sostenible, que deberá verificar lo que ha sucedido a veinte años de distancia del primer grito de alarma sobre la salud de la Tierra lanzado precisamente desde Río de Janeiro en 1992.
Fuente: www.periodistadigital.com
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